Solo tenía una tarde de playa en mis vacaciones a Italia. Estoy blanca, tan blanca que los más graciosos me llaman «lechoncillo».
Después de estirar el pareo en la playa, cuidando que no hay ni un granito de arena y extenderme bien la crema para no quemarme, me tumbo boca arriba y esto es lo que veo.
Mmmmm … ¡ Qué bonitas nubes que hacen que toda la playa se quede en sombra!
Pensé en las siempre sabias palabras de una madre: «la brisa del mar también pone morena». No en mi caso.
Feliz vuelta de vacaciones.
Ahora a trabajar.
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